jueves, 1 de agosto de 2013

Patatas con tomate a la antigua



Este plato nunca faltaba en casa de mi madre, y ahora no falta en la mía, especialmente en verano que es cuando los tomates están en su punto y tienen ese sabor y aroma tan rico. Esta forma de cocinar el tomate la recuerdo de siempre, hasta en casa de mis abuelas. 

Es una de esas recetas tradicionales andaluzas, que nunca se deberían perder. Curiosamente, hace unos años, la encontramos en la carta de un restaurante, y te las presentaban como si fueran el plato estrella de la casa. 

Vamos, que con estas patatas pensaban que habían descubierto la sopa de ajo. A mi es que me encantan y frías casi más que calientes. Y eso que como ya saben quienes me conocen, soy muy poco patatera, al contrario que el resto de mi familia.

Vamos con ella que es muy sencilla, sabrosa y económica, y lleva pocos ingredientes pero de calidad.

Ingredientes:


Tres kilos de tomates maduros, a poder ser de pera y frescos. También podemos utilizar de bote pero enteros, no es lo mismo y necesitan menos tiempo de cocción.
Tres cucharadas soperas colmadas de azúcar.
Aceite de oliva virgen extra.
Dos kilos de patatas.
Sal.


Preparación:


Lavamos bien los tomates, si son de pera no los pelamos pues tienen la piel más fina y una vez cocinados no se nota. Les quitamos el cascabullo y los cortamos groseramente, los ponemos en una cazuela con un buen chorro de aceite de oliva y el azúcar y lo dejamos cocinar a temperatura baja y tapados, que vayan haciendo chup chup, sin llegar a hervir, unas dos o tres horas. 

Al comienzo, soltarán mucha agua, pero no se la retiramos, los vamos removiendo para que no se peguen y machacando con la espumadera, y, a media cocción, probamos y, si fuera necesario, agregamos más azúcar. No tengáis miedo, no quedarán dulces, es para que no tengan nada de acidez y queden lo más suaves posible. Pasado ese tiempo, ponemos la sal, removemos y dejamos unos minutos más al fuego.


Mientras tanto, pelamos y lavamos las patatas. Las cortamos en bastones cortos y gruesos, las freímos por tandas en abundante aceite de oliva virgen y las vamos sacando a una fuente cubierta con papel de cocina, sazonamos y así hasta hacerlas todas. Entonces, las añadimos al tomate, removemos con cuidado para no romperlas y las dejamos reposar unas dos horas, para que se impregnen bien del sabor.


Podemos tomarlas como tapa o como guarnición para unos huevos fritos y beicón o jamón frito, o unos filetes de lomo. O lo que nos apetezca, porque como guarnición van bien con todo. Y siempre con un buen pan blanco. ¡¡Y a disfrutar!!

¡¡Espero que os gusten!!
Bon profit!!



4 comentarios:

  1. Bueno, bueno, que pintaza, ese huevo ya es el remate total, pa chuparse los dedos hasta los codos, jajaja, besote.
    Ettore

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    Respuestas
    1. Jajajajajaa y con sus puntillitas, como Dios manda...!!!
      Besitosss...!!!

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  2. Si viera este plato mi padre, que le encanta, te lo deja que no tienes ni que fregarlo.
    Besos. Lola

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    Respuestas
    1. Jajajajajjaja que salada eres...!!! Es que es un plato d emojar pan...!!! ;)
      Besitos...!!!

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