Calamares a la plancha

Hola amigos, primero de todo, ¡¡quiero desearos un muy feliz y próspero año 2019!! Y también, deciros que después de unas semanas sin publicar, ya estamos de vuelta con nuevas, deliciosas y sencillas recetas. Hablo en plural porque no lo hago sola: con los blogs me ayuda mi familia, para actualizarlos y mejorarlos. Así podréis encontrar con facilidad todas las recetas, y espero que os gusten los cambios. Aunque en este blog todavía nos falta un poquito, ya que son más de 600 entradas/publicaciones y eso requiere tiempo, del que no siempre podemos disponer.

Por mi parte, como soy la que cocina, retomo las publicaciones que ya echaba en falta. Como ésta que os traigo hoy, que además de ser muy fácil de preparar, es una auténtica exquisitez para quienes gustamos del pescado fresco, poco elaborado y en su punto de cocción. Lo podemos acompañar, como en mi caso, de unas patatas cocidas y salteadas, con una ensalada verde, o bien con unas verduritas al vapor. Eso al gusto de cada uno.

Y sin más, vamos con la receta.

Ingredientes para 4 comensales:

12 calamares muy frescos de tamaño mediano.

Una picada de ajo y perejil, cantidad al gusto.

Aceite de oliva virgen extra.

Sal en escamas, o flor de sal.

Pimienta blanca de molinillo (opcional).

Guarnición al gusto.

Preparación:

Comenzaremos separando las patas y cabeza del cuerpo, extrayendo al mismo tiempo todo lo interior. Lavamos bien por dentro bajo el chorro de agua fría, con cuidado de no romper la piel y dejamos escurrir muy bien. Quitamos la cabeza y ojos de las patas, las lavamos y dejamos escurrir.

Seguidamente, les hacemos unos cortes en rodajas a los cuerpos, sin llegar a cortarlos del todo. De esta manera, nos quedarán muy atractivos y, al mismo tiempo, reduce la cocción. 

Seguidamente, pondremos una plancha o sartén antiadherente al fuego y, cuando esté bien caliente, echamos un chorrito de aceite de oliva virgen extra y ponemos los calamares por la parte cortada,  junto con las patitas. Los dejamos unos 4 minutos y les damos la vuelta.

Hemos de hacerlos a fuego muy alto y, cuando veamos que pierden el tono crudo y toman un ligero color dorado, los vamos sacando, salpimentamos y reservamos al calor. No los hagáis más o quedarían duros y resecos.

Cuando los tengamos todos, los disponemos en una fuente junto a la guarnición de patatas, lo espolvoreamos todo con la picada de ajo y perejil, y unas gotitas de limón. 

Los servimos recién hechos, junto a un buen pan blanco, ¡¡y ya los tenemos listos para disfrutar!!

¡¡Espero que os gusten!!

Bon profit, buen provecho y ¡¡hasta la próxima receta!!