Tienen
un nombre impronunciable para quienes no dominamos ese idioma, y su
traducción literal sería algo así como "masa horneada al vapor", ya
que se cuecen remojados en una base de leche, ron y mantequilla, y ¡¡caramba, qué ricos están!! Desde que los vi en un blog amigo Hi ha bruixes a la cuina de Dolors, quería hacerlos,
pero no me atrevía dado lo trasto que soy como repostera y que mi horno
es muy potente y está algo loquito.
Pero
ayer, un domingo lluvioso y frío, me decidí, me lié la manta a la cabeza y dije "ea, que sea lo que
Dios quiera, que me apetecen mucho, caray". Aunque, eso si, no me despegué
del horno ni un momento, y girando la fuente de vez en cuando para que
se cociera todo por igual. ¡¡Y salieron geniales, supersuaves y esponjosos!!
Toda
mi casa olía divinamente a bollos dulces recién hechos, vamos, que en
cuanto les dije a los dormilones que hacían la siesta "queréis
probarlos", les faltó tiempo... Jajajajaa. Y han sido todo un éxito,
estos bollos los pienso hacer más a menudo, están divinos de la muerte y
no exagero. Además, ideales para estas tardes frías que ya tenemos, ya
que las acompañé tal como Dolors indica, con una salsa de chocolate. Así
que estaban para montarles un piso. ¡¡¡Un éxito total!!!
Y venga, no me enrollo más, vamos con la receta.