Aunque en casa les llamamos albóndigas de "pringá", pero no os asustéis ya que en realidad tienen mucha menos grasa que las albóndigas de carne picada de cerdo. Esta es una receta de mi familia política, no se si de la yaya Carmeta o de su suegra, la bisabuela de mi marido, ya que se llamaban igual, el caso es que se han hecho siempre así y es otra deliciosa forma de aprovechar la carne del cocido o puchero, que no todo van a ser las tradicionales croquetas y los canelones, por muy ricos que estén los dos.
Lo que me llamó la atención es que las llamaban croquetas, cuando no tienen nada que ver. Eso si, las hacían tan solo enharinadas y fritas, y acompañadas de una ensalada o verdura cocida. Pero al no hacerle el rebozado de huevo y pan rallado, cuando se enfriaban no valían nada y era una pena, pues recién hechas son una delicia.
Por eso yo les di la vuelta y además de tunearlas un poquito, cuando las preparo solo con harina y fritas, las pongo después en salsita, una veces con salsa española y otras con esta que os traigo hoy, las dos le van divinamente. Y para comerlas solo fritas las rebozo como las croquetas y quedan mucho más apetecibles, de las dos maneras son ideales para tomarlas como tapeo o plato principal, ya que son muy contundentes.
Sin más dilación vamos con este rico y tradicional plato.