Empanadillas con cabello de ángel y frutos secos

Ésta de hoy no es una receta tradicional de estas fechas, pero si de mi casa. Al comienzo, las preparaba sólo con cabello de ángel y otro ingrediente que veréis después y le va divinamente. Pero, poco a poco, fui integrando frutos secos y qué ricura, ahora sólo las queremos así. Y es que están de puro vicio, aunque ligeras, pues va a ser que no lo son, pero de vez en cuando vale la pena.

A estas empanadillas mi marido las llama de San Tirintín, porque duran un suspirín... Jajajaaa. Y es que es muy salado mi catalán, y realmente están tan ricas que vuelan y tengo que esconderlas, pues da fin con ellas. Aunque la verdad es que son muy pequeñitas, que las fotos engañan.

Y nada, vamos con ellas que son supersencillas y están deliciosas.

Ingredientes para 18 empanadillas:

Un paquete de 18 obleas pequeñas, refrigeradas y de calidad.

350 gr. de dulce de cabello de ángel.

Un puñadito de avellanas tostadas, lo que quepa en el hueco de la mano.

Un puñadito de nueces de California peladas.

Pimienta variada de molinillo, este es mi ingrediente especial.

Aceite de oliva suave o mezclado con aceite de girasol para freírlas.

Azúcar normal y canela molida para rebozarlas una vez fritas.

Preparación:

Ponemos el cabello de ángel en un cuenco, ha de estar a temperatura ambiente. Le añadimos las avellanas que habremos roto un poco con un mazo, lo mejor es ponerlas dentro de una bolsa, darles unos golpes y listos, en la picadora nos quedarían demasiado desmenuzadas. Incorporamos las nueces peladas que trocearemos con las manos, agregamos la pimienta recién molida, cantidad al gusto, mezclamos bien y dejamos reposar unos 15 minutos, para que tomen bien el sabor.

Pasado ese tiempo, vamos disponiendo las obleas sobre una superficie fría, en mi caso en la encimera de granito, y sin quitarles el papel que llevan, eso nos ayudará a la hora de cogerlas y ponerlas en la sartén. Comenzamos a rellenarlas poniendo una porción del relleno en la mitad de las obleas, cerramos y cosemos los bordes con un tenedor o con los dedos.

Cuando las tengamos todas, las vamos friendo en abundante aceite bien caliente, pero sin humear. Conforme se vayan dorando por ambas caras, las vamos sacando a un plato o fuente con papel absorvente. Una vez que las tengamos todas, las pasamos por una mezcla de azúcar y canela molida, cantidades al gusto, para mi con mucha canela. 

Las servimos tibias o frías ¡¡y ya las tenemos listas para disfrutar!!

Si nos sobraran, las podemos conservar divinamente en una lata tradicional forrada con papel de hornear, duran así varios días, puede que pierdan un poco el crujiente de las obleas, pero no del interior y están igual de deliciosas. También podríamos hornearlas en lugar de freírlas, pero entonces tendríamos que pintarlas con huevo o mantequilla y después no toman igual el azúcar con canela.

¡¡Espero que os gusten!!!

Bon profit, ¡buen provecho!