La coca es un dulce típico en la verbena de Sant Joan, una de las fiestas más esperadas y celebradas. Porque aprovechando la celebración del solsticio de verano, nos reunimos amigos y familiares, unas veces en casas particulares, otras en la playa.
Se encienden hogueras, que por desgracia son cada vez menos frecuentes, se tiran petardos y se está reunido, bailando o no, hasta el amanecer. Es una fiesta muy popular y bonita.
Cuando yo era niña, toda la chiquillería íbamos casa por casa pidiendo muebles viejos para quemarlos en la hoguera. Después, los mayores hacían un muñeco, parecido a un espanta pájaros y lo ponían arriba de todo y todos los críos esperando el momento de quemarla y después saltar las brasas, tirar petardos y los mayores a bailar en las verbenas del barrio.
Estábamos reunidos hasta que salía el sol, y como es la noche más corta del año, pues a vivirla a tope. Después, de mañanita, un chocolate caliente. Que preciosos recuerdos.
Ahora, aunque sigue siendo preciosa, es algo diferente y ha perdido bastante encanto. Está más limitada a fiestas particulares. Pero lo que casi siempre hay es una barbacoa, unas sardinas asadas y sobre todo y ante todo, la coca (es decir, torta hojaldrada, bizcocho plano, etc.).
En mi casa, las preferidas son las de dulce de cabello de ángel y piñones, la de llardons (chicharrones) con almendras o piñones y la de crema pastelera con almendras. Pero todas ellas con hojaldre, hace años que las hago y siempre triunfan. Y son supersencillas de hacer, la más trabajosa es la de crema pastelera, pero también es sencilla.
Y vamos con esta deliciosa tentación.